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Cuando hablamos de los inicios de la vida sexual del hombre y nos remontamos a la época de las cavernas, cualquiera pensaría que el sexo no era más que un mero acto por reproducción pero resulta que no es así, al menos no del todo. Aunque no son muchos los expertos que se han dedicado de manera científica a estudiar el sexo de nuestros antepasados, también es cierto que los pocos hallazgos nos revelan cosas sorprendentes, cosas que en nuestra sociedad se consideran tabú pero entonces eran normales. Podríamos decir incluso que tradicionalmente el sexo en la prehistoria ha sido vetado en el material al que tiene acceso el público en general.
Al pensar en sexo durante el paleolítico a muchos se les vendría a la mente aquella clásica imagen del hombre prehistórico arrastrando por el cabello a su hembra. Pero resulta que somos muy parecidos a nuestros antepasados de hace 30.000 A.C. y por tanto sus actitudes y comportamientos no deberían distar mucho de las nuestras.
Analicemos por un momento, hace unos cinco millones de años nos empezamos a diferenciarnos de nuestros parientes primates más cercanos, paso un millón y medio de años para que caminásemos sobre dos piernas. Tan solo 100.000 años atrás, los hombres y mujeres eran muy parecidos a nosotros, al menos físicamente. Sin ir muy lejos, nuestro cerebro es el mismo desde hace 26.000 años. Tanto parecido a nosotros puede darnos una pista sobre cómo harían el amor.
Es posible que la sexualidad no fuese del todo importante en las primeras comunidades cavernarias, pues el sustento debía buscarse día a día en un ambiente hostil. Dicho de otra manera el carácter nómada permitió que todos los continentes fueran poblados ante el avance gradual del hombre primitivo en búsqueda de nuevos alimentos para su supervivencia o por alteraciones de fenómenos naturales, gracias a ello los seres humanos se han adaptado aún en los rincones más hostiles del planeta (deciertos y zonas glaciares). Visto así, el sexo difícilmente podría significar algo más que una satisfacción inmediata para la búsqueda de placer y por consecuencia la reproducción de la especie (de manera inconciente) se viese afectada, muestras de ello se hallan en el arte Paleolítico que tienen más que ver con la reproducción. Por ejemplo, en una cueva francesa se hallo un gravado donde de izquierda a derecha, se puede ver el proceso del parto; la línea cada vez es más dilatada y en la última imagen, se observa la cabeza del niño saliendo, donde quedaba en evidencia su conocimiento parcial del ciclo reproductivo, pues tal como vimos en la escuela los hombres de esta epoca solo pintaban lo que veian a su alrededor.
Citando otro ejemplo de este conocimiento o transmisión de su adoración por la mujer se puede encontrar en Italia específicamente en las cuevas de Grimaldi, donde se hallaron juntas Tres estatuillas de mujeres de entre 10 y 15 cm cada una (las Venus) , La primera tiene el vientre muy hinchado y la vulva abierta. La Segunda, posee menos barriga y de la vulva aparece una cabeza que la figura agarra con las manos. Mientras que la tercera estatuilla representa a una mujer con la vulva dilatada y el vientre fofo, como si acabara de parir. Hallazgo que demuestra que nuestros antecesores tenían conocimientos sobre la biología humana y deja en evidencia la adoración por la mujer y su don para dar vida, misma adoración que vería unos años más tarde por la madre tierra y su don de dar alimento.
Conforme avanza el Paleolítico las imágenes se van tornando cada vez más sexuales pues en las muestras encontradas del arte rupestre, se muestran evidentes escenas de hombres y mujeres practicando sexo. Pudiésemos decir también que con la aparición de la agricultura hace unos 10.500 años (Neolítico) la sexualidad pasó a ocupar un lugar importante en la civilización, pues esta permitió a las tribus establecerse por períodos prolongados en territorios fijos. Así, con menos apuros por sobrevivir, los hombres y las mujeres pudieron por fin conocer con mayor amplitud el goce de la reproducción.
Los fósiles, grabados en piedra, carbones y pinturas halladas a la largo de Europa, datan de unos 40.000 a 10.000 años y muestran, que nuestros ancestros también se besaban, se abrazaban y realizaban las más variadas prácticas sexuales. Es más nuestro parecido anatómico y cerebral con aquellos homo sapiens nos lleva a pensar que tal vez tendrían nuestros mismos gustos y así lo demuestra su legado.
En todas estas muestras de arte se puede apreciar fácilmente la evolución de la sexualidad y el nacimiento de nuevos miembros de las tribus aunque se sospeche que el hombre de aquella epoca no tenia conciencia de la relación de la copula y el la fecundación de bebes (hablaremos sobre esto en otro momento). Lo cierto es que el arte paleolítico y neolítico demuestran que llegado un cierto momento, hombres y mujeres tenían un comportamiento sexual muy parecido al nuestro solo que con muchos menos tabús.
Por ejemplo se han hallado imágenes en diversas posturas de coito que delatan diversión; en una de dichas escenas el hombre toma de la pierna a la mujer presuntamente para conseguir una mayor penetración, mientras que en otras se evidencian vestigios de masturbación, sexo oral o hasta mirones “voyerismo”, o escenas ambientadas en espacios públicos cosa que deja en evidencia que la sexualidad era afrontada de manera natural, un acto más del día a día y muy probablemente era un acto público y no vinculado a la intimidad como en nuestros días. Podríamos hablar por estos hallazgos incluso de homosexualidad, zoofilia y hasta juguetes sexuales en esta epoca, pero todo eso dejémoslo para un próximo artículo de “El Sexo en La Historia”.
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